viernes, 6 de diciembre de 2013

GEOMETRÍA DEL DOLOR, Karen Valladares, Honduras



GEOMETRÍA DEL DOLOR
Honduras

 Álvaro Sánchez, artista plástico, Guatemala



Presiento el dolor, la soledad, el frío de mi cuarto. El frío de mi cuerpo desnudo a media noche, pensando en vos; aquella canción de fondo que alguna vez pensé en dedicarte y que escucho cientos de veces para no olvidarte del todo. Abro los ojos y ya no es de noche.

La espera se desliza en mis manos como el último verso.

Presiento que no se nada de vos estos días, no se cómo se dice tu nombre, no se cómo andan tus pasos sin los míos. Todo esto apesta, apesta como a muerto en descomposición. Si pudiera desaparecerlo todo con un chasquido de dedos,  si pudiera fingir que en realidad nada de esto me importa. La ausencia, la lejanía, mi cuerpo vacío. Pienso en todo y digo: geometría del dolor, similitud de las cosas, otra vez enfermedad terminal, insectos dentro del cuerpo, gusanos, mariposas en el estomago, vómito, asco, preñez, orgasmo, silencios rotundos. Y el presentimiento de un próximo dolor que me asfixia.

@Karen Valladares,  tomado del poemario: Ninguna tarde azul


MIS OJOS

Mis ojos no son ya aquellas calles solitarias y muertas,
la piedra que golpea la tibia mirada que no observa.

No son los trenes que avanzan cargados de gente,
sin nombre,
sin cuerpo,
sin sombra,
sin sueño y sin amorío.

Mis ojos ya no cruzan la soledad,
aquella flor vacía que cae lento en cualquier agujero.
Ya no son lunas y cielos deshojados.
Ya no son
lágrimas, ni dolor.

Ni agua que se pudre en otras aguas.

Mis ojos
ya tienen un color y no precisamente el de la noche.



ME VALE VERGA TODO

A: Mayra


No me angustia este poema triste, porque de verdad no me importa la tristeza,
así como tampoco me importan las canciones de despecho,
las canciones asesinas.

Hay temporadas en las que me hartan todas las cosas,
el amor, los vestidos y los accesorios; las voces
y los malditos amigos.

Empiezo a creer que es necesario morir de vez en cuando,
sin importar que nos extrañen.
Me entierro sola.
Te entierro sola
donde se pudran las estrellas y se cuajen los cielos de aburrimiento.

Pienso reivindicarme, reivindicar y matar a aquel cabrón
que un día me jodió la existencia con la suya.

Ya nadie quiere vivir en esta mierdisima vida de angustia y rutina.
Hay que crear un fin del mundo pronto
y poner como regla tácita y expresa: jamás volverá a existir ningún génesis.
Porque estoy segura que nadie quiere volver a vivir
y ser el mismo



VIENE LLEGANDO LA TARDE

A: Rosemary, Nidia, Alma Lagos.

La tarde viene llegando,
sombría,
opaca,
media muerta.

Mi casa no tiene jardines, ni sol, ni sombra en los patios.
Ni voces en los pasillos. Me hiere profundamente la soledad de
las persianas
y todo el silencio me ahoga.

Aquí soy yo, allá, en otro sitio, me convierto. No sé en qué, pero
lo hago.

Aquí no vienen las palabras todos los días
o solamente los domingos.

Aquí no hay poesía en ningún sitio. Nadie olvida la distancia y
sus colores bipolares.

Aquí nada vale. Todo ha muerto. El silencio ha vuelto a
posesionarse de mi boca.


He amanecido sin querer a nadie. Voy yendo despacio a
cualquier parte donde mi voz reconozca tu nombre. Hay un
charco de silencio afuera de la casa ¿Y qué digo entonces? ¿Qué
pienso entonces?

La tarde no refleja nada.
Viene llegando la tarde: oscura, solitaria.
Viene rugiendo, como si en verdad fuese un monstruo.



HABLARÉ DE MI INFANCIA

Hablaré de las pequeñas crueldades de la infancia
Anne Sexton

Hablaré de mi infancia,
de mis vestidos cuadriculados
de mis muñecas polvosas
de mi casa de madera
y dire que soy la segunda hija
 y dire que soy la única mujer
la que siempre jugo sola
con todos los fantasmas de la casa

Hablaré de mi infancia
de las enfermedades que me rodeaban
del viento que congelaba la ventana desplomada
de  las veces que mis padres llegaban del trabajo a media noche
de las voces que venían del patio trasero
de los fantasmas que me hablaban desde el armario
desde el libro añejado que jamás intenté leer
y que no recuerdo su titulo.
desde el vidrio empañado del espejo
otra vez el espejo empañado

Hablaré de mi infancia
sin temor de regresar a ella
a volver a vivirla
 a volver a caminar
con las rodillas empolvadas
con el pelo largo hasta la cintura
con la fría timidez en mis ojos
con el silencio rebalsando en mi boca
con la soledad en mi cuarto
en  las paredes
callándome la voz inocente que guardé toda mi infancia.



CONOCÍ LA POESÍA

Si, conocí la poesía, la he visto en sus mejores y peores formas.
La he visto desnudarse ante mí, como si en verdad fuera el mejor de los amantes.
La he descubierto acurrucada comiendo las sobras que caen al piso.
La he visto suicida, sucia, nauseabunda,
la he visto llena de piojos
de sarna,
vestida en harapos,
la he visto tan detestable
tan apestosa,
tan puta,
tan lunática,
tan esquizofrénica.

Nada de ella me espanta.
conozco sus sabores y sus olores
conozco cada rasgo suyo
y no le temo;
Pero ella si me teme
y por eso huye de mi,
y se va temblorosa
A una boca donde mejor la pronuncien.



VISITA A LA TIERRA BALDÍA DE ELIOT


Dulce Támesis, discurre en calma,
hasta que termine mi canción.
T. S. Eliot


Me niego a la mala poesía,
a lo cursi,
a lo sublime,
a la voraz precocidad del sexo,
a lo que no trasciende.

Me niego al bullicio del mar,
a la luna no vista en mi cielo,
a las estrellas de mar que no tengo,
a las voces que hay en mis oídos,
al llanto de Pizarnik,
a la locura de Panero,
a las Flores del mal de Baudelaire,
al vanguardismo llorón de Neruda.
Prefiero el balazo en Roque Dalton,
o hasta una canción de Silvio cantada por Café Tacuba.

Lo tradicional aburre.
Aburren los mismos callejones,
los sonidos.

Si fuese posible desaparecerlo todo.

¿Qué me queda entonces?
Yo asumo la idea de visitar la tierra baldía de Eliot
y me dedico a perfeccionar mi muerte.
No al estilo Plath o Storni.
Me niego a lanzarme al mar con dos piedras en las manos,
a ser la loca del muelle.

Me niego a todo
a todo.

A mí misma, por supuesto.






Karen Valladares


Poeta, escritora, gestora cultural, critica de literatura, abogada. Obras publicadas: Ciudad inversa, y publicaciones en diferentes periódicos del país nacional y extranjero, antologada en: Sociedad Anónima, Honduras, 2017 nuevos poetas contemporáneas de América latina, miembro fundador del movimiento de literatura poetas del grado cero, ex miembro del grupo taller Máscara suelta, y del taller literario Edilberto Cardona Bulnes, miembro fundador y coodirectora de la revista de literatura Metafora, miembro de la Asociación nacional de escritoras de Honduras, miembro del colectivo Artistas en resistencia contra el golpe de Estado de Honduras.





Su obra ha sido traducida al polaco, el alemán y el inglés.

Ha sido invitada a diferentes eventos poéticos internacionales:
3er Festival Iberoamericano de Poesía.Acapulco, Guerrero 2010
1er Festival de Poesía Latinoamericano en Vásquez de Coronado Costa Rica 2010

XX Edicion del FIP Rosario Argentina 2012

miércoles, 20 de noviembre de 2013

CANTOS DEL AVERNO EN GLÓBULOS DE LINAJE, Melissa Nungaray, México



CANTOS DEL AVERNO 
EN GLÓBULOS DE LINAJE

Melissa Nungaray
-México-


imagen: Álvaro Sánchez
-Guatemala-




1

Entre la ausencia de la luz
las tinieblas se contraen,
las cadenas no tienen salida,
las esferas de la soberbia no tienen juicio.
En la espera de la gloria el fuego cierra su camino.



2

El eclipse de la voz sin nombre
existe sobre las mareas de la tierra
sumergiendo el oráculo en el lamento.
La tierra es el oráculo de la marea,
el eclipse es la voz del lamento.



3

La vida se estremece en el descenso de la luz.
El tiempo es la muerte,
una flor en el camino es la ilusión del pensamiento
al emerger la nebulosa claridad del mundo.
 


4

Restos de ceniza desde la raíz,
el fuego a pasado,
la flama del vigía ha muerto,
la luz resplandece poco a poco,
el insomnio ha dicho:
esa sombra sabe la verdad.
La cordura y la locura son la esfera de la ilusión,
en el fulgor del mal solloza el demente,
los cristales bailan en el fango.
La llave abrirá el conocimiento.



5

¿Quién será?
¿Será la vitalidad de la demencia,
la codicia de la claridad?
¿Será  el rostro de la voz ausente?
¿Se acrecientan las espinas del obstáculo?
 ¿Es cristalino abstenerse?


6

Adyacente ayer.
Ojos de la sombra en un millar de estrellas
al esclarecer  la flama de la flor respira.
Duermo con la frescura del suplicio,
anciana voz esclava de mi alma,
extingo la ancestral raíz fuera de mi cuerpo.
Prosperante frondosidad,
devuelvo la dicción
recobrando el tóxico poder del desliz humano.



7

Ángel  en aros de necedad cabal.
Marea, año del frío en antaña vida voluble,
ventana momentánea al vicio,
levitando transparente desnudez
entre las hojas arranco el muérdago del voluptuoso aire.
Aborrezco olvidar la breve diafanidad,
sin extremidades incinero el aliento nítido de luz,
propago el enigma del ofidio arrastrando cenizas
en cráneos de exilio carbonizando videntes sentidos.



8

Altura desértica  en la textura de la solemnidad,
titubeante raíz occidental.

Caer y sostener el gran arsenal
sosiega en andantes palabras cristalina gloria.
Rostro estante en alborada providencia
balanceándose en la acritud del bosque,
infancia adiestrada al caudal en voz de aurora.

Las secuelas de la frialdad salvan mi neblina
en el osario antártico del cielo en jaula,
de tierra blanca perdida en penumbra,
de las nubes respiro la intacta pulcritud emblemática,
del cosmos aíslo la extensión atávica de mi nombre.



9

Una palabra, tu palabra, nuestra palabra,
somos una lágrima de piedra ante el rostro de esmeraldas.
La lluvia de luz es la divinidad del reflejo,
se abre y avanza al atavío del viento,
flecha de serpiente,
eufórico nudo del abismo extrae la chispa del respiro.

En el Monte del Nimbus es factible el maullido de la flor,
boreales cisnes de la expansión acampan bajo la marea de la mariposa.
Solsticio de siete días para viajar en las protuberancias de algún cometa,
mar esencias en cada espacio de tu ausencia.

Desangraré lejos el cascabel de la luna,
me iré al vaivén de los frutos en el hervor de tus visiones.



10

Auténtica curva de visiones obsidianas
en un momento de repentina evocación,
por escribir la tierra en montañas de lluvia,
se oxidan como gotas de alegría
que beben sangre floreada de pies amordazados
cubriendo la palabra sin alma.

Devoro la séptima uva del lagrimal
de flores indecisas a seguir volando en el delirio
de los vasos que duermen con la muerte cada hora,
en cada imagen que destroza el juicio.

Se funden los ojos en la mente
queriendo salir para adsorber la vida
y mirar de frente el castigo de la voz,
torturo la escalera que sigue viva
dentro de la convulsión que no se esfuerza
por extinguir los brazos de alientos perdidos
que sólo caminan en vidrios
de cuerpos robados por cielos imparciales.
Golpearé una vez más los dedos incompletos de la poesía
albergando la reunión extraída de la esencia del lenguaje.



Melissa Nungaray

Nació en Guadalajara, Jalisco el 29 de septiembre de 1998.
Ha publicado en las revistas: Casiopea , Alforja , La Rueda, Reverso , Ciclo Literario, Periódico de Poesía, Punto en Línea, El Humo y Papalotzi.

Está incluida en el Muestrario de letras en Jalisco (Impre-Jal, 2007), en Medusas, cantos & sortilegios (Star/Pro, México, D.F., 2008), Canto de Sirenas (Cascada de palabras, Cartonera, México, D.F., 2010) y Poesía para el fin del mundo (Kodoma Cartonera, Tijuana, B.C., 2012).


Es autora de los poemarios Raíz del cielo (Secretaría de Cultura de Jalisco/Literalia, 2006), Alba-vigía (Editorial La Zonámbula, 2008) y Sentencia del fuego (La Cartonera, Cuernavaca, Morelos, 2011).

miércoles, 18 de septiembre de 2013

DESPERTAR, Manuel de la Fuente, España









DESPERTAR
Autor: Manuel de la Fuente
Vol. 6, Colección Escritores en su Tinta.
Cascada de Palabras, cartonera,
México 2013

Cuidado de Edición Mónica Gameros
México, Julio 2013.


Manuel de la Fuente (España 1962) 

Manuel ha vivido el contraste entre la realidad de los polígonos industriales en el sur de Madrid y el sueño de las artes mirando al cielo. Ha coexistido con una sociedad entre los días del barrio y los días de los descampados a las torres construidas por la corrupción y las comisiones.

Enfermo de impotencia ante la globalización de lo mediocre, atrapado en los infiernos de la pereza, sobrevive como cualquiera de los humanos y se busca hasta encontrarse en las personas que lo rodean, porque después de todo, se considera un hombre afortunado.

El acto poético, la música, el cuerpo, la belleza y el amor, son referentes que Manuel quisiera aplicar a cada instante vital y que debería, a su juicio, construir cada una de las instituciones que nos rodean.

Autodidacta  Manuel de la Fuente lanza su apuesta por la estética y la belleza en ésta, su primera publicación, a la que ha concebido como una catarsis y por eso mismo, Cascada de Palabras, cartonera lanza a su vez los dados del azar para que este libro sea posible ya que cumple con nuestra política editorial, pues el arte si es bajo diseño, deja de ser arte.

Mónica Gameros
Directora editorial
México 2013



PROLOGO

Por aquellos tiempos

... soy dos, acaso cinco, tal vez
hasta cien hombres cansados.
M. de la F.

A pesar de los años que hacía que no nos veíamos, nada más abrir la puerta reconocí a Manuel de la Fuente por esa forma de sonreír solo con los ojos, sin alterar un ápice la posición de la comisura de los labios.
En el momento en que llamó, mala espina, yo estaba escribiendo un poema. Me faltaba un verso apenas para concluirlo, pero tuve que aplazar el final del poema para cuando acabara la visita.
Del mismo modo que la infancia nos había sentado en un pupitre compartido, la juventud nos había alejado al término de los estudios. Quizá me preocupaba que fuera aquella irrupción voluntaria lo que volvía a unirnos, y no el tiempo extravagante. De cualquier modo, soy un hombre hospitalario, y cuando vi que venía para instalarse, le ofrecí el viejo sillón de orejas, la máquina de escribir obsoleta, la pipa de espuma de mar.
Bondadoso, afable, locuaz y divertido, Manuel de la Fuente trajo a mi casa una jovialidad forastera. Pero en vez de disfrutar de ella, yo me dejaba consumir por temores crecientes: ¿a qué venía? Llegué a pensar que me arrebataría la pequeña fortuna amasada tan despacio. Más aún, sospeché que planeaba el rapto de la mujer, o de la hija, si no de ambas, maldita sea. El insomnio se adueñó de mis noches.
Así que, cuando llegó el esperado abrazo de despedida, no pude sino sentir el más puro de los alivios. Aún bajaba él las escaleras y ya estaba yo tomando posesión de mis bienes: conté las monedas, besé a la mujer, abracé a la hija, acaricié las orejas del viejo sillón, encendí la pipa de espuma de mar y me senté a concluir el poema frente a la máquina de escribir obsoleta.
No faltaba más que un verso.
Al cabo lo supe: Manuel de la Fuente, el muy ladrón, se había llevado lo único que verdaderamente he poseído alguna vez.
Mi pequeña, caprichosa, querida musa.

Javier Azpeitia



1



DESPERTAR AL DÍA
Pensado a  J

Llego a este lugar intenso,
mis años corren paralelos,
con la red traicionada
esparcida a mi paso.

Hubiera llegado incluso medio día antes
y seguiría siendo tarde.

Citas afónicas
gritan inútiles,
citas que altivo ignoré,
me sobrecogen.

Sus fantasmas me sorprenden en la boca de los otros,
en las miradas que día a día
me torturan.

Brillan los ojos que amé,
atraviesan la bana coraza de teorías inquebrantables,
de direcciones metódicas.

Con un beso sin sentido,
la despedida en una estación,
es certeza de que no debía dejarte escapar.

Llegaste con el miedo.
            La intuición de un alma,
de un ser sutil,
estaba en ti,
debía abrazarlo con el cuidado infinito
que requiere lo frágil,
lo transparente.

Guardiana de mi mayor tesoro,
ahora lo devuelves, lo regalas,
aún cuando no te pertenece más que a mí.

Mi reflejo en tu espejo apenas conoce la fuerza pura
para navegar tempestades,
atado al timón de tus palabras.
Príncipe de batallas eternas,
herido por incompetencia
en los caminos de vuelta.

Con tus manos sanadoras,
me encuentro, te encuentro.

Soy lanzado a tus permisos, a mis mujeres.

Ser y vivir con la importancia,
con la certeza,
con tu recuerdo.


OASIS

Por Rosalinda,
de Rosalinda

Desierto ruidoso de tormentas, frío gélido,
sonoro y misterioso espejismo,
cruzo el lluvioso desierto
y en tu sombra
sueño.

Mil veces he confundido mi camino.

Sin fuerzas llegué hasta tu borde.
            No desaparezcas,
deja al menos,
que limpie mis ojos,
para la búsqueda infinita
de manantiales huidizos.

Lo que siente y alivia la temperamental calma de transitar por la vida,
una sombra llena de estancias,
con las fuerzas sumidas entre delirios,
tendidas bajo el sol, sobre las costas,
la búsqueda descrita de manantiales
para ir al rescate de otros buques,
llenos de cordura.

Remontar amigo mío, remontar con fortuna,
sólo para ver las zonas fronterizas
en un espejo profundo,
lleno de secretos.

Sentimos cercano el cegador vuelo,
el que no podremos parar.

Sin preguntas, sin respuestas,
con la plena certeza de respirar siempre
con el aire ajeno.

Sin pan, sin agua, tan sólo un sol
            y un hueco en la arena.
Como una ventana de tren irisada de lirios
            y una combinación de aire y pan,
en las palmas de las manos
sinuosas y sostenidas,
como un sol primitivo,
el universo tiembla con la piel en llamas.

Cuántas lunas faltan para llenar el hueco en l arena.
Cuántas lunas faltan para tatuar al silencio
sin que los ojos paguen la cuota de existencia,
o la jerarquía de estrellas,
                        clandestina,
de ser posible,
en una confusión de tedio y destino.

Cada paso me lleva más cerca.

Cada luna nueva, luz infinita,
me guía hasta los límites
donde se consumen y limpian
viejas ceremonias,
confusas,
ciegas.

Cada pedazo nuevo de piel abrasada
se cubre de plata,
como ceniza luminosa, flota; sutil
cae entre los huecos de la arena.

Cada rayo quema el aire,
se refleja en los espejos de agua,
cubren nuestros pies.

Derramo sobre ti,
amiga mía,
con mis tatuadas manos,
frescas cascadas marinas.

Al fondo
buques,
navíos,
barcas,
cordura.



ENTRE TÚ Y YO
en mi amada Mercedes

Aquellos años, buscándote en paralelos, en bruma,
a medias, serían necesarios.

Nos construían, nos destruían,
sin final o sin aliento,
las distancias,
los tiempos,
otros años,
en círculos inevitables
las palabras,
los amigos sin sentido,
esos años,
esperando.

Estos años,
cosmos de unión,
reacción planetaria,
galaxia en expansión infinita.

Tan diferentes, tan necesarios,
tan libres y encadenados.

            Me moldeaste, yo te armé
                                               -Amé-
            con tierras y lunas,
            con viento y besos,
            contigo, conmigo,
            con nosotros,
saltando desesperados,
a los mares idílicos,
siguiendo de tu mano,
tu estela plateada,
tu alerta de colores,
toda el agua del universo,
nuestra para siempre,
sin punto de retorno,
sin salida de emergencia,
juntos,
caminantes.



CITA EN EL PARQUE
Almudena, desconocida.

[Otoño]
Aparece, murmullo de flores,
penetrante y esquiva mirada,
sonrisa forzada por una agradecidas palabras,
el beso, etéreo y prometido,
            parte aquellos chispeantes minutos.

Silencio, es la tarde humillada.
No hay gestos,
no hay palabras,

Respiro cemento, humo letal,
la rutina resplandece, y sobre la banca
estallan las miradas ardientes,
los deseos se vuelven parvada,
gestos de hielo,
como hojas,
caen.

Una música escupida con cariño
se filtra por las rendijas.

Deberemos conformarnos
con sueños de horas derramadas, fugaces,
y vagar por parques sobre bares:
ebrios, resucitar la fragancia del cuerpo,
sinuoso, deseado, de entre el gris de la calle.



RECUERDO
dos cobardes gastando pasos sobre parques de luna
recién pintada,
vagan con deseo, con amor, y por momentos,
la brisa fría busca atravesarte con afiladas dagas,
quiere hacerte dudar.



QUISE SER ALA
y no permitir tu fuga,
no dejarte ser bruma,
y tu pelo rozaba mi entrecortada respiración,
y mi mano buscaba calor,
entre elegante y frágil.

Almudena, desconocida.



TU PRESENCIA SOBRE LA LUNA

Ayer te encontré sentido.
Vi con claridad las fronteras de luz,
he vuelto turbia la mirada a causa de las drogas
y de las solemnes arquitecturas.

Bucaneros de mares sureños,
panteras y muecas mortecinas,
aquella luz tan clara,
la piedad, lo simple,
la esencia, la voz.

Ciego, sigo tus pasos
marcados con sangre y sexo.

Te persigo, me encuentro,
y si te tengo,
me pierdo.

Qué será de nosotros entre las hojas verdes de este prado,
si callas, me hablas y no contesto.

Si te miro por dentro sin verte por fuera.
Si te anhelo cuando miro al resto,
soy los árboles entre las estrellas.

Ha llegado la esperada lluvia,
hoy todo funciona de modo acompasado.

            Las horas no se atropellan.
            El pensamiento parece serenarse.

Sentado sobre la roca,
disfruto un instante del tremendo espectáculo:
            unas luces torcidas, en aparente rectitud,
            dibujan la tierra apretada entre un cielo nocturno y traspasado.

Las quietas aguas, placenteras, en pasmo,
ésta sangre frente a los brazos del sueño que llega nervioso,
irritado, gira y choca en remolinos,
y esparce palpitaciones que en ti
brotan por los ojos,
en catarata violeta,
como un mirar alucinado a una nada.

Pero mañana,
volveremos a la luz,
ciegos y ciertos, sobre la senda
veloces, celestes,
moriremos.

No te encontré,
apenas importa.

Todo se llena de miedo, no me entrego.

Derrotado, amigos míos,
pronto partiré.

Estaré en la ceremonia del relámpago,
preparado frente a las goteras frías,
en la cercanía del exilio,
desterrado por los gentiles,
amados enemigos, pronto
viviré en la costa de mi oleaje.
Nadaré bajo los acantilados,
Inundado de celestes caracolas.

Amados.

¡Ya!


CUÁNTO Y TANTO

Artura, educado en soportar el tedio,
domesticado para no gritar.
Dogma, grupal para tu bien.
Tiempo, inexorable paso.
Familia, tóxico para el consuelo.
            Cuántos nombres acumulados en tu gigantesco desorden,
            rebosado de frituras y empanadas,
            acumulación grasienta, atocinada, aceitosa,
olla de presión.



JUNTOS

Se hace difícil escapar del frío que en el otoño vespertino
recorre el pequeño jardín de nuestro deformado deseo.
Sin saber cómo quisieras verme llegar,
derramo las manos para recoger el polvo
que se desliza sobre tus mejillas.

Amándote, odio esas tercas fuerzas,
las mañas esotéricas,
que inventamos para romper lo poco que logramos compartir,
entre heridas y bofetadas,
y pensamos que mejor así.
Intentamos convencernos
de que todo ha seguido el orden adecuado.
Sucumbimos ante lo imaginario.

Tu belleza y mi deseo quieren que transforme tu nombre.
Ansiamos un fuerte soplo divino
capaz de transformar lo mediocre y lo cotidiano,
en estado mágico.

Sí, exiges para un lunes de otoño, conocer la profundidad del cielo,
el azul de unos ojos amantes. No escuchas los lamentos,
las quejas que imploran piedad, agua, perdón.

Tus labios o tu voz, acuchillan mi sueño con dolorosos vaivenes.
Sé que en tu búsqueda de lo absoluto, nada más seré un trecho de tu senda, pero
si debo decirte adiós, quiero antes de partir, sentir cómo nacen las flores,
en ese pequeño instante,
que tengan tu color y que sepan igual que tu dulzura esquiva.

Qué tengas suerte.
Tal vez un día,
tus cabellos barran mi rostro
ahora entristecido,
la mueca dolorosa,
el ceño decrépito,
las lágrimas por las que vierto.



HEREJÍA

Sí, hoy besé ala virgen.
Faltó el dulzor en el susurro.
Faltó el deseo oculto entre cera y ceniza.
Faltó la realidad sucia.
Faltó el capricho soberbio.
Faltó la mentira.



DESPOJO

He recompuesto entre mantas
los despojos que me pertenecen.

No resulta fácil, en ningún caso, armar el puzle del espíritu,
que hecho jirones, se esparce por la cama.
Forzado a reconstruir por la visita inesperada, ruidosa,
vuelvo a tener conciencia de los que soy o creo ser.

Siento la obligación de alargar la mano y dar paso al día que oculta la persiana,
de este modo amanece un frío  que se esfuerza en besarme
bajo la sábana azul y perfumada.

¿Es esta la misma glorieta que anoche pudo sorprender mis manos,
despertar el ansia de rozarla con mi voz?

Pesados, dejo caer las miradas sobre la almohada,
siento su caricia y, poco a poco,. me hundo en su calor dulce.
Entonces, sueño.

Los labios intentan huir de esta noche prisionera,
me despiertan.

Ardiente el deseo del pasado, lucho,
temblor y fortaleza por tu amor de leyenda.

¿Lo ves?
Aún recordando tu descuidada pequeñez,
ojos tiernos, temblorosos,
caigo en tu espejismo,
olvidado en tu cama de sueños vacíos.

El aceitoso tiempo, volvió a cruzar la senda,
Troza docenas de dalias
y se lanza a la zaga
de una dolorosa estela.



AQUELLAS CALLES

Cuerpo espiral
se yergue hacia el cielo.
¡No!
No supo esperar al viento que presentía,
luz de luz, siempre tu calor y tu cuerpo,
elevándose sobre cenizas.

Tu corazón amante
se muestra caluroso y cordial,
duro presentimiento de vivir,
desconocida vía de sueños
con terribles  certezas.

Olvida, coge mi corazón,
llévame, desnúdame, humíllame,
muestra lo que siempre oculto,
mátame con tu verdad.

Rostros de anti humanidad resuelta,
apasionados por la muerte metafísica,
me vuelven a la vida. Resucitado,
otra vez el choque, la lucha civil que nos agarra fuerte,
pasión, deseo de morir en pelea por la fortaleza,
en lo más alto de la colina, y ser soldado de la esencia,
de la luz.

Sueño con lagos pausados,
el follaje oculta todo,
Ofelia flota boca arriba,
serena la pena de las almas
n este remanso de la inmensidad.

El ritmo se altera
hasta recuperar la forma de una danza festiva.



TUS PIERNAS
CARIÑOSA VELADA

I

Volver la cabeza y ver
tus azules  medias, tu falda: amante abrazo.
Porque no ha sido, perdón, no he querido,
perdón, no era necesario
mirar en tus ojos,
desatar tu beso. Sólo importaban
las medias tersas bajo tu falda,
redonda, peligrosa,   -corta al fin-
tus piernas
            cariñosamente veladas.


II

Crucé la calle para poder rozar los suaves setos de las casas y acercando ronca la mano, la mirada infantil, creí ver tras el vidrio azul, su cara confusamente recordada, desconocida por miedo a permanecer fijo en aquella deliciosa mirada, dejando caer una lágrima encendida.

Me agradó pensar en aquel grave instante que la dejó escapar para que yo supiera utilizarla como un pequeño regalo que fuera capaz de acercarnos el alma, suplicante.
Hasta las zarzas que delimitan el sendero han llegado nuevas, novísimas mariposas rosas.
He observado su presente sombrío, desesperanzado mientras mis manos enlazadas lucían brillantes el vuelo lento y calmo, extasiadas en su parodia del armonioso batir, extasiadas en su descubrimiento del esplendor nuevo, el esplendor oculto, el que antes correteaba entre las misteriosas almas, maléficas, fantásticas.


III

La flor de tu espalda coralina.
Temblor, miedo de mis dedos,
del calor ardiente,
supremo,
de mi boca anhelante.

Este corazón me salta loco,
se escapa, lo pierdo.

Hoy
soy dos, a caso cinco, tal vez
hasta cien hombres cansados.






2



EN EL EXILIO

Leo, re                       leo, re             siento,
con      siento, soy en los demás cuando consiento.
Es sentir, es vivir,
lo que derrite la gelatina, nos hace ser uno,
ese uno gigante
que no cabe por las puertas,
y es convivir
lo que decanta y purifica en esencia, y entonces
siendo esencia,
las callejas son avenidas
            y las ventanas
se hacen portones.

Mezclo esencias,
nacen perfumes,
se producen reacciones tóxicas,
hay explosiones…
            ¿es la dosis?
O es la tolerancia,
O es el entorno,
la circunstancia en que sucede la fusión.

No sé,
se me va un poco la pinza…

sí sé
que con las personas soy
            más agua, más luz, más cuerpo, más,
o, a caso,
menos.

Es mi vida y su conjunto la que ofrezco, y las vuestras
las vivo como mías, y -en ese punto de dar y recibir-
encuentro una vez más el conflicto.

Es, en cambio, el espacio que nos damos,
un grifo abierto, que
-en continuo esfuerzo-          lucho por integrar
para que no escape.

¡Dadme de una vez la ubicuidad!

Ya sé que no hay cuerpo que lo aguante,
ni pareja que lo consienta,
ni necesidad siquiera de estar en todas partes,
pero puedo al menos soñar que soy océano, entonces
me uno a los otros mares
y nos movemos
en un devenir de vientos y mareas,
como uno y como todo.



PERDÓN

I

Forjo escudo y espada
con que dar batalla
a tardes mustias,
a tanta lágrima,
obstinada.

Con retornos siempre dolorosos,
olvidé tu rostro.


II

La estación no cambiaba a pesar de mis continuas visitas.
Un día, el sol se dejaba caer voluptuoso, otro,
las nubes rondaban amenazantes, mas
sobre aquella mesa frente a la cristalera
se mostraban matices que enmarcaban al poeta.

Siempre procuraba llegar en el instante preciso en que partía hacia el octavo andén.
Agarraba un barrote de la puerta,
dejaba escapar una ráfaga de su rojizo mirar;
aquella luz radiante, recorría la polvosa cristalería,
se quedaba detenida en el peregrino, puntual
hacía coincidir su deseo con aquel acto de despedida.

Hubiera querido detenerla.
Verla volver se convirtió en placer:
                                                           apresurada,
preocupada por algo olvidado en el café
de nuestra estación.

Sí, regresaba hasta el banco donde tomaba aquellas notas que tanto le divertían,
al escribir, una profunda sonrisa endulzaba
ese rincón de medidas luces.

Perdía el tren sin aparente contrariedad y volvía a sentarse sobre sus libros,
y levantaba los ojos,
y buscaba sin importar
que no encontrara nada,
el tiempo no era premura,
y levantaba los ojos,
y reía en ese rincón de luces a medias,
y endulzaba ese rincón de la estación,
ese rincón del tiempo, ese rincón de palabras,
ese rincón de notas sin fin.

-los trenes eran continuos, nunca perdió el segundo-

Seguí los rieles que no le alcanzaban nunca.
La vi alejarse dentro de un hermoso vagón que dejaba en hilos eternos
sus últimas palabras,
mientras,
el polvo oscurecía los números colocados encima del piloto rojo…



IMPRESIONADO
miro sus ojos,. admiro la oscuridad de sus ojos,
contemplo lo negro en sus ojos viéndoles partir.

Amaré las estelas púrpuras de su cabello.
Alguna lágrima quedará presa de mis manos
y, cuando vuelva a levantar la mirada,
su perfumado color no estará.

Les invocaré
estelas divinas bajo tenue luz ahumada.
Su perfumado color no estará.

Llamaré                     gritos in voz               llamaré.

Mis dedos rozarán tu suavidad etérea.



HOY SE LLEVARÁN LEJOS todo aquello
todo lo que dejaste caer. Hoy
pierdo sin querer todo aquello que me ha hecho honesto:
la verdad,
un tanto de pureza,
las ilusiones.
                                                          
El momento en el que saltan todos los automáticos
en cascada ascendente,
es la señal del vacío,
el silencio,
la oscuridad,
el frío.

Tu cuerpo débil
ante una ciudad que creíste refugio.
Una intensidad dominante
de la que no sabes escapar.

Hubiese querido perder o regalar
lo que fui hace unos instantes, pero no está permitido.

“Aquel que bien quisiera despojarse de su anterior estado,
deberá exponerse a la vida pública,
y ella –amante- decidirá”.

No digamos pureza,
dejémoslo en cierta disposición a lo simple.
Creía ser en el recuerdo, absurdo, banal.

Aquellas batallas llenaban de sentido
un tiempo que recuerdo salvaje, brutal, lleno de petulancia,
de ingenuo bienestar.

SEÑALES
Desaparecieron al fin,
de manera inesperada,
fácil y sin traumas,
se multiplicaban,
altas como invasoras,
mecánicas,
de grises y tornillos.

La presencia tan solida ayer, hoy,
apenas mínima y hueca.

La silueta de límites difusos,
ya no puede ensuciar miradas,
no tiene permiso ni derecho,
perdió toda influencia.

Se puede no mirarlas, ahora
nacerá bella y hermosa
toda la luz.



DE MODOS Y MANERAS
en la población indígena
las tardes color ceniza.

Regresaban a las polvorientas ruinas de aquella extraña ciudad,
desde un mundo excesivo,
pobre y aburrido por los males congénitos,
a su cerrazón violenta, como servidumbre absurda
tragada por la marea de absurdos y naderías.



DE CÓMO FUE ENCONTRADO SU SEÑORÍA, TRES DÍAS DESPUÉS,
Y LO QUE ÉSTE COMENTÓ SOBRE EL PECADO CON OTROS ERRORES GRAVES…

Consideré por un pequeño instante
la posibilidad de aquellas horrorosas vomitonas,
y las basuras entres las que descansaba,
o así lo creí,
se esfumarían concediéndome un pequeño dominio de la situación,
ahora desquiciada.

Apenas dos horas antes,
la sangre fluía dentro de este tullido amasijo de vísceras,
con la ingenua alegría de los que no consideran necesario tomar decisiones.
Fue una pequeña auto sentencia desviar el caballo, regalo de su Majestad,
por sendas que otros días, con mucha lucidez,
calificara de angustiosas en extremo.

Fiebre por volver hasta aquellos peligrosos páramos
donde los errores y equívocos te toman de inmediato,
como si estuviesen incluidas en la química del aire.

Se puede así interpretar,
una ardiente mano aferrada al cuello,
un delirio, semi-asfixiado…

El peso de aquel cepo que tira de ti.



Quiero recordar en estos días impuros
un principio.
Reconfortarme en las viejas sonrisas,
llorar antiguas batallas.
            Por todo lo pasado
            -que tampoco es historia-
            Sentir, tan sólo, renovar
sensaciones que concurren anárquicas
en el fragor de  cualquier guerra,
en el olor del vencido.

Cuesta comprender
actitudes y palabras ya caducas,
personajes que surgían clandestinos,
tanto inexplicable dolor,
tanta absurda situación,
tanto ridículo,
aquel tiempo cansino.

El riego está en rememorar sin límite
aquellos años.

La facilidad con que tendemos a la ensoñación,
corroe el amor, la vida, la pasión,
transforma con frío e indiferente desdén
el terror lo que arrojó,
las risas en llanto.

En situaciones complejas,
El único ramo de flores del que podemos gozar,
es el manojo de caras y nombres que bombardean incesantes,
un presente sucio y mediocre.

Entonces, te aferras al único pedazo de papel, paciente.



SILENCIO,
HOMBRE Y SOL,
PAISAJES

Abiertas están las ventanas,
un aire azul y blanco entra por la terraza,
el sol atrapado crea eternidades,
entre dioses jamás termina de llegar.

Un parque, la inevitable iglesia,
un algo de optimismo entre olor a pescado y escabeche,
vermout seco y con sell.

Todo y nada.
Verdad y mentira.
Poesía y números.

Con pereza abro los ojos a un nuevo día de voces
que lejanas llaman desde viejos lugares en vertiginosos encuentros.

            Calle de portales, pasillos sin fin, puertas:
“por aquí, sígame, ahora le enseñamos la mercancía”…

            Otro pasillo y unas escaleras
            -escucho los pasos gelatinosos de unos zapatos que resultan ser los míos-
                                                           me llevan hasta la habitación.

Desde la banqueta de este bar,
un verano se escapa,
ciudad plena de nostalgias y siniestras soledades,
de olor rancio, cada cual
atento a sus propios deberes y divertimentos.

Desde la banqueta de este bar,
un verano se escapa,
como yo escapo de la habitación,
de mis pasos gelatinosos,
de los olores atrapados,
de los recuerdos que ahora cuento

para dejarlos en el olvido.