Difundimos arte y literatura de Iberoamérica

Libros completos para leer On line gratis. Todos los libros han sido donado por sus autores para que Cascada de Palabras On line los difunda de manera gratuita| prohibida la reproducción parcial o completa con fines de lucro| Contacto: Mónica Gameros -directora general- monicagameros@gmail.com

miércoles, 18 de septiembre de 2013

DESPERTAR, Manuel de la Fuente, España









DESPERTAR
Autor: Manuel de la Fuente
Vol. 6, Colección Escritores en su Tinta.
Cascada de Palabras, cartonera,
México 2013

Cuidado de Edición Mónica Gameros
México, Julio 2013.


Manuel de la Fuente (España 1962) 

Manuel ha vivido el contraste entre la realidad de los polígonos industriales en el sur de Madrid y el sueño de las artes mirando al cielo. Ha coexistido con una sociedad entre los días del barrio y los días de los descampados a las torres construidas por la corrupción y las comisiones.

Enfermo de impotencia ante la globalización de lo mediocre, atrapado en los infiernos de la pereza, sobrevive como cualquiera de los humanos y se busca hasta encontrarse en las personas que lo rodean, porque después de todo, se considera un hombre afortunado.

El acto poético, la música, el cuerpo, la belleza y el amor, son referentes que Manuel quisiera aplicar a cada instante vital y que debería, a su juicio, construir cada una de las instituciones que nos rodean.

Autodidacta  Manuel de la Fuente lanza su apuesta por la estética y la belleza en ésta, su primera publicación, a la que ha concebido como una catarsis y por eso mismo, Cascada de Palabras, cartonera lanza a su vez los dados del azar para que este libro sea posible ya que cumple con nuestra política editorial, pues el arte si es bajo diseño, deja de ser arte.

Mónica Gameros
Directora editorial
México 2013



PROLOGO

Por aquellos tiempos

... soy dos, acaso cinco, tal vez
hasta cien hombres cansados.
M. de la F.

A pesar de los años que hacía que no nos veíamos, nada más abrir la puerta reconocí a Manuel de la Fuente por esa forma de sonreír solo con los ojos, sin alterar un ápice la posición de la comisura de los labios.
En el momento en que llamó, mala espina, yo estaba escribiendo un poema. Me faltaba un verso apenas para concluirlo, pero tuve que aplazar el final del poema para cuando acabara la visita.
Del mismo modo que la infancia nos había sentado en un pupitre compartido, la juventud nos había alejado al término de los estudios. Quizá me preocupaba que fuera aquella irrupción voluntaria lo que volvía a unirnos, y no el tiempo extravagante. De cualquier modo, soy un hombre hospitalario, y cuando vi que venía para instalarse, le ofrecí el viejo sillón de orejas, la máquina de escribir obsoleta, la pipa de espuma de mar.
Bondadoso, afable, locuaz y divertido, Manuel de la Fuente trajo a mi casa una jovialidad forastera. Pero en vez de disfrutar de ella, yo me dejaba consumir por temores crecientes: ¿a qué venía? Llegué a pensar que me arrebataría la pequeña fortuna amasada tan despacio. Más aún, sospeché que planeaba el rapto de la mujer, o de la hija, si no de ambas, maldita sea. El insomnio se adueñó de mis noches.
Así que, cuando llegó el esperado abrazo de despedida, no pude sino sentir el más puro de los alivios. Aún bajaba él las escaleras y ya estaba yo tomando posesión de mis bienes: conté las monedas, besé a la mujer, abracé a la hija, acaricié las orejas del viejo sillón, encendí la pipa de espuma de mar y me senté a concluir el poema frente a la máquina de escribir obsoleta.
No faltaba más que un verso.
Al cabo lo supe: Manuel de la Fuente, el muy ladrón, se había llevado lo único que verdaderamente he poseído alguna vez.
Mi pequeña, caprichosa, querida musa.

Javier Azpeitia



1



DESPERTAR AL DÍA
Pensado a  J

Llego a este lugar intenso,
mis años corren paralelos,
con la red traicionada
esparcida a mi paso.

Hubiera llegado incluso medio día antes
y seguiría siendo tarde.

Citas afónicas
gritan inútiles,
citas que altivo ignoré,
me sobrecogen.

Sus fantasmas me sorprenden en la boca de los otros,
en las miradas que día a día
me torturan.

Brillan los ojos que amé,
atraviesan la bana coraza de teorías inquebrantables,
de direcciones metódicas.

Con un beso sin sentido,
la despedida en una estación,
es certeza de que no debía dejarte escapar.

Llegaste con el miedo.
            La intuición de un alma,
de un ser sutil,
estaba en ti,
debía abrazarlo con el cuidado infinito
que requiere lo frágil,
lo transparente.

Guardiana de mi mayor tesoro,
ahora lo devuelves, lo regalas,
aún cuando no te pertenece más que a mí.

Mi reflejo en tu espejo apenas conoce la fuerza pura
para navegar tempestades,
atado al timón de tus palabras.
Príncipe de batallas eternas,
herido por incompetencia
en los caminos de vuelta.

Con tus manos sanadoras,
me encuentro, te encuentro.

Soy lanzado a tus permisos, a mis mujeres.

Ser y vivir con la importancia,
con la certeza,
con tu recuerdo.


OASIS

Por Rosalinda,
de Rosalinda

Desierto ruidoso de tormentas, frío gélido,
sonoro y misterioso espejismo,
cruzo el lluvioso desierto
y en tu sombra
sueño.

Mil veces he confundido mi camino.

Sin fuerzas llegué hasta tu borde.
            No desaparezcas,
deja al menos,
que limpie mis ojos,
para la búsqueda infinita
de manantiales huidizos.

Lo que siente y alivia la temperamental calma de transitar por la vida,
una sombra llena de estancias,
con las fuerzas sumidas entre delirios,
tendidas bajo el sol, sobre las costas,
la búsqueda descrita de manantiales
para ir al rescate de otros buques,
llenos de cordura.

Remontar amigo mío, remontar con fortuna,
sólo para ver las zonas fronterizas
en un espejo profundo,
lleno de secretos.

Sentimos cercano el cegador vuelo,
el que no podremos parar.

Sin preguntas, sin respuestas,
con la plena certeza de respirar siempre
con el aire ajeno.

Sin pan, sin agua, tan sólo un sol
            y un hueco en la arena.
Como una ventana de tren irisada de lirios
            y una combinación de aire y pan,
en las palmas de las manos
sinuosas y sostenidas,
como un sol primitivo,
el universo tiembla con la piel en llamas.

Cuántas lunas faltan para llenar el hueco en l arena.
Cuántas lunas faltan para tatuar al silencio
sin que los ojos paguen la cuota de existencia,
o la jerarquía de estrellas,
                        clandestina,
de ser posible,
en una confusión de tedio y destino.

Cada paso me lleva más cerca.

Cada luna nueva, luz infinita,
me guía hasta los límites
donde se consumen y limpian
viejas ceremonias,
confusas,
ciegas.

Cada pedazo nuevo de piel abrasada
se cubre de plata,
como ceniza luminosa, flota; sutil
cae entre los huecos de la arena.

Cada rayo quema el aire,
se refleja en los espejos de agua,
cubren nuestros pies.

Derramo sobre ti,
amiga mía,
con mis tatuadas manos,
frescas cascadas marinas.

Al fondo
buques,
navíos,
barcas,
cordura.



ENTRE TÚ Y YO
en mi amada Mercedes

Aquellos años, buscándote en paralelos, en bruma,
a medias, serían necesarios.

Nos construían, nos destruían,
sin final o sin aliento,
las distancias,
los tiempos,
otros años,
en círculos inevitables
las palabras,
los amigos sin sentido,
esos años,
esperando.

Estos años,
cosmos de unión,
reacción planetaria,
galaxia en expansión infinita.

Tan diferentes, tan necesarios,
tan libres y encadenados.

            Me moldeaste, yo te armé
                                               -Amé-
            con tierras y lunas,
            con viento y besos,
            contigo, conmigo,
            con nosotros,
saltando desesperados,
a los mares idílicos,
siguiendo de tu mano,
tu estela plateada,
tu alerta de colores,
toda el agua del universo,
nuestra para siempre,
sin punto de retorno,
sin salida de emergencia,
juntos,
caminantes.



CITA EN EL PARQUE
Almudena, desconocida.

[Otoño]
Aparece, murmullo de flores,
penetrante y esquiva mirada,
sonrisa forzada por una agradecidas palabras,
el beso, etéreo y prometido,
            parte aquellos chispeantes minutos.

Silencio, es la tarde humillada.
No hay gestos,
no hay palabras,

Respiro cemento, humo letal,
la rutina resplandece, y sobre la banca
estallan las miradas ardientes,
los deseos se vuelven parvada,
gestos de hielo,
como hojas,
caen.

Una música escupida con cariño
se filtra por las rendijas.

Deberemos conformarnos
con sueños de horas derramadas, fugaces,
y vagar por parques sobre bares:
ebrios, resucitar la fragancia del cuerpo,
sinuoso, deseado, de entre el gris de la calle.



RECUERDO
dos cobardes gastando pasos sobre parques de luna
recién pintada,
vagan con deseo, con amor, y por momentos,
la brisa fría busca atravesarte con afiladas dagas,
quiere hacerte dudar.



QUISE SER ALA
y no permitir tu fuga,
no dejarte ser bruma,
y tu pelo rozaba mi entrecortada respiración,
y mi mano buscaba calor,
entre elegante y frágil.

Almudena, desconocida.



TU PRESENCIA SOBRE LA LUNA

Ayer te encontré sentido.
Vi con claridad las fronteras de luz,
he vuelto turbia la mirada a causa de las drogas
y de las solemnes arquitecturas.

Bucaneros de mares sureños,
panteras y muecas mortecinas,
aquella luz tan clara,
la piedad, lo simple,
la esencia, la voz.

Ciego, sigo tus pasos
marcados con sangre y sexo.

Te persigo, me encuentro,
y si te tengo,
me pierdo.

Qué será de nosotros entre las hojas verdes de este prado,
si callas, me hablas y no contesto.

Si te miro por dentro sin verte por fuera.
Si te anhelo cuando miro al resto,
soy los árboles entre las estrellas.

Ha llegado la esperada lluvia,
hoy todo funciona de modo acompasado.

            Las horas no se atropellan.
            El pensamiento parece serenarse.

Sentado sobre la roca,
disfruto un instante del tremendo espectáculo:
            unas luces torcidas, en aparente rectitud,
            dibujan la tierra apretada entre un cielo nocturno y traspasado.

Las quietas aguas, placenteras, en pasmo,
ésta sangre frente a los brazos del sueño que llega nervioso,
irritado, gira y choca en remolinos,
y esparce palpitaciones que en ti
brotan por los ojos,
en catarata violeta,
como un mirar alucinado a una nada.

Pero mañana,
volveremos a la luz,
ciegos y ciertos, sobre la senda
veloces, celestes,
moriremos.

No te encontré,
apenas importa.

Todo se llena de miedo, no me entrego.

Derrotado, amigos míos,
pronto partiré.

Estaré en la ceremonia del relámpago,
preparado frente a las goteras frías,
en la cercanía del exilio,
desterrado por los gentiles,
amados enemigos, pronto
viviré en la costa de mi oleaje.
Nadaré bajo los acantilados,
Inundado de celestes caracolas.

Amados.

¡Ya!


CUÁNTO Y TANTO

Artura, educado en soportar el tedio,
domesticado para no gritar.
Dogma, grupal para tu bien.
Tiempo, inexorable paso.
Familia, tóxico para el consuelo.
            Cuántos nombres acumulados en tu gigantesco desorden,
            rebosado de frituras y empanadas,
            acumulación grasienta, atocinada, aceitosa,
olla de presión.



JUNTOS

Se hace difícil escapar del frío que en el otoño vespertino
recorre el pequeño jardín de nuestro deformado deseo.
Sin saber cómo quisieras verme llegar,
derramo las manos para recoger el polvo
que se desliza sobre tus mejillas.

Amándote, odio esas tercas fuerzas,
las mañas esotéricas,
que inventamos para romper lo poco que logramos compartir,
entre heridas y bofetadas,
y pensamos que mejor así.
Intentamos convencernos
de que todo ha seguido el orden adecuado.
Sucumbimos ante lo imaginario.

Tu belleza y mi deseo quieren que transforme tu nombre.
Ansiamos un fuerte soplo divino
capaz de transformar lo mediocre y lo cotidiano,
en estado mágico.

Sí, exiges para un lunes de otoño, conocer la profundidad del cielo,
el azul de unos ojos amantes. No escuchas los lamentos,
las quejas que imploran piedad, agua, perdón.

Tus labios o tu voz, acuchillan mi sueño con dolorosos vaivenes.
Sé que en tu búsqueda de lo absoluto, nada más seré un trecho de tu senda, pero
si debo decirte adiós, quiero antes de partir, sentir cómo nacen las flores,
en ese pequeño instante,
que tengan tu color y que sepan igual que tu dulzura esquiva.

Qué tengas suerte.
Tal vez un día,
tus cabellos barran mi rostro
ahora entristecido,
la mueca dolorosa,
el ceño decrépito,
las lágrimas por las que vierto.



HEREJÍA

Sí, hoy besé ala virgen.
Faltó el dulzor en el susurro.
Faltó el deseo oculto entre cera y ceniza.
Faltó la realidad sucia.
Faltó el capricho soberbio.
Faltó la mentira.



DESPOJO

He recompuesto entre mantas
los despojos que me pertenecen.

No resulta fácil, en ningún caso, armar el puzle del espíritu,
que hecho jirones, se esparce por la cama.
Forzado a reconstruir por la visita inesperada, ruidosa,
vuelvo a tener conciencia de los que soy o creo ser.

Siento la obligación de alargar la mano y dar paso al día que oculta la persiana,
de este modo amanece un frío  que se esfuerza en besarme
bajo la sábana azul y perfumada.

¿Es esta la misma glorieta que anoche pudo sorprender mis manos,
despertar el ansia de rozarla con mi voz?

Pesados, dejo caer las miradas sobre la almohada,
siento su caricia y, poco a poco,. me hundo en su calor dulce.
Entonces, sueño.

Los labios intentan huir de esta noche prisionera,
me despiertan.

Ardiente el deseo del pasado, lucho,
temblor y fortaleza por tu amor de leyenda.

¿Lo ves?
Aún recordando tu descuidada pequeñez,
ojos tiernos, temblorosos,
caigo en tu espejismo,
olvidado en tu cama de sueños vacíos.

El aceitoso tiempo, volvió a cruzar la senda,
Troza docenas de dalias
y se lanza a la zaga
de una dolorosa estela.



AQUELLAS CALLES

Cuerpo espiral
se yergue hacia el cielo.
¡No!
No supo esperar al viento que presentía,
luz de luz, siempre tu calor y tu cuerpo,
elevándose sobre cenizas.

Tu corazón amante
se muestra caluroso y cordial,
duro presentimiento de vivir,
desconocida vía de sueños
con terribles  certezas.

Olvida, coge mi corazón,
llévame, desnúdame, humíllame,
muestra lo que siempre oculto,
mátame con tu verdad.

Rostros de anti humanidad resuelta,
apasionados por la muerte metafísica,
me vuelven a la vida. Resucitado,
otra vez el choque, la lucha civil que nos agarra fuerte,
pasión, deseo de morir en pelea por la fortaleza,
en lo más alto de la colina, y ser soldado de la esencia,
de la luz.

Sueño con lagos pausados,
el follaje oculta todo,
Ofelia flota boca arriba,
serena la pena de las almas
n este remanso de la inmensidad.

El ritmo se altera
hasta recuperar la forma de una danza festiva.



TUS PIERNAS
CARIÑOSA VELADA

I

Volver la cabeza y ver
tus azules  medias, tu falda: amante abrazo.
Porque no ha sido, perdón, no he querido,
perdón, no era necesario
mirar en tus ojos,
desatar tu beso. Sólo importaban
las medias tersas bajo tu falda,
redonda, peligrosa,   -corta al fin-
tus piernas
            cariñosamente veladas.


II

Crucé la calle para poder rozar los suaves setos de las casas y acercando ronca la mano, la mirada infantil, creí ver tras el vidrio azul, su cara confusamente recordada, desconocida por miedo a permanecer fijo en aquella deliciosa mirada, dejando caer una lágrima encendida.

Me agradó pensar en aquel grave instante que la dejó escapar para que yo supiera utilizarla como un pequeño regalo que fuera capaz de acercarnos el alma, suplicante.
Hasta las zarzas que delimitan el sendero han llegado nuevas, novísimas mariposas rosas.
He observado su presente sombrío, desesperanzado mientras mis manos enlazadas lucían brillantes el vuelo lento y calmo, extasiadas en su parodia del armonioso batir, extasiadas en su descubrimiento del esplendor nuevo, el esplendor oculto, el que antes correteaba entre las misteriosas almas, maléficas, fantásticas.


III

La flor de tu espalda coralina.
Temblor, miedo de mis dedos,
del calor ardiente,
supremo,
de mi boca anhelante.

Este corazón me salta loco,
se escapa, lo pierdo.

Hoy
soy dos, a caso cinco, tal vez
hasta cien hombres cansados.






2



EN EL EXILIO

Leo, re                       leo, re             siento,
con      siento, soy en los demás cuando consiento.
Es sentir, es vivir,
lo que derrite la gelatina, nos hace ser uno,
ese uno gigante
que no cabe por las puertas,
y es convivir
lo que decanta y purifica en esencia, y entonces
siendo esencia,
las callejas son avenidas
            y las ventanas
se hacen portones.

Mezclo esencias,
nacen perfumes,
se producen reacciones tóxicas,
hay explosiones…
            ¿es la dosis?
O es la tolerancia,
O es el entorno,
la circunstancia en que sucede la fusión.

No sé,
se me va un poco la pinza…

sí sé
que con las personas soy
            más agua, más luz, más cuerpo, más,
o, a caso,
menos.

Es mi vida y su conjunto la que ofrezco, y las vuestras
las vivo como mías, y -en ese punto de dar y recibir-
encuentro una vez más el conflicto.

Es, en cambio, el espacio que nos damos,
un grifo abierto, que
-en continuo esfuerzo-          lucho por integrar
para que no escape.

¡Dadme de una vez la ubicuidad!

Ya sé que no hay cuerpo que lo aguante,
ni pareja que lo consienta,
ni necesidad siquiera de estar en todas partes,
pero puedo al menos soñar que soy océano, entonces
me uno a los otros mares
y nos movemos
en un devenir de vientos y mareas,
como uno y como todo.



PERDÓN

I

Forjo escudo y espada
con que dar batalla
a tardes mustias,
a tanta lágrima,
obstinada.

Con retornos siempre dolorosos,
olvidé tu rostro.


II

La estación no cambiaba a pesar de mis continuas visitas.
Un día, el sol se dejaba caer voluptuoso, otro,
las nubes rondaban amenazantes, mas
sobre aquella mesa frente a la cristalera
se mostraban matices que enmarcaban al poeta.

Siempre procuraba llegar en el instante preciso en que partía hacia el octavo andén.
Agarraba un barrote de la puerta,
dejaba escapar una ráfaga de su rojizo mirar;
aquella luz radiante, recorría la polvosa cristalería,
se quedaba detenida en el peregrino, puntual
hacía coincidir su deseo con aquel acto de despedida.

Hubiera querido detenerla.
Verla volver se convirtió en placer:
                                                           apresurada,
preocupada por algo olvidado en el café
de nuestra estación.

Sí, regresaba hasta el banco donde tomaba aquellas notas que tanto le divertían,
al escribir, una profunda sonrisa endulzaba
ese rincón de medidas luces.

Perdía el tren sin aparente contrariedad y volvía a sentarse sobre sus libros,
y levantaba los ojos,
y buscaba sin importar
que no encontrara nada,
el tiempo no era premura,
y levantaba los ojos,
y reía en ese rincón de luces a medias,
y endulzaba ese rincón de la estación,
ese rincón del tiempo, ese rincón de palabras,
ese rincón de notas sin fin.

-los trenes eran continuos, nunca perdió el segundo-

Seguí los rieles que no le alcanzaban nunca.
La vi alejarse dentro de un hermoso vagón que dejaba en hilos eternos
sus últimas palabras,
mientras,
el polvo oscurecía los números colocados encima del piloto rojo…



IMPRESIONADO
miro sus ojos,. admiro la oscuridad de sus ojos,
contemplo lo negro en sus ojos viéndoles partir.

Amaré las estelas púrpuras de su cabello.
Alguna lágrima quedará presa de mis manos
y, cuando vuelva a levantar la mirada,
su perfumado color no estará.

Les invocaré
estelas divinas bajo tenue luz ahumada.
Su perfumado color no estará.

Llamaré                     gritos in voz               llamaré.

Mis dedos rozarán tu suavidad etérea.



HOY SE LLEVARÁN LEJOS todo aquello
todo lo que dejaste caer. Hoy
pierdo sin querer todo aquello que me ha hecho honesto:
la verdad,
un tanto de pureza,
las ilusiones.
                                                          
El momento en el que saltan todos los automáticos
en cascada ascendente,
es la señal del vacío,
el silencio,
la oscuridad,
el frío.

Tu cuerpo débil
ante una ciudad que creíste refugio.
Una intensidad dominante
de la que no sabes escapar.

Hubiese querido perder o regalar
lo que fui hace unos instantes, pero no está permitido.

“Aquel que bien quisiera despojarse de su anterior estado,
deberá exponerse a la vida pública,
y ella –amante- decidirá”.

No digamos pureza,
dejémoslo en cierta disposición a lo simple.
Creía ser en el recuerdo, absurdo, banal.

Aquellas batallas llenaban de sentido
un tiempo que recuerdo salvaje, brutal, lleno de petulancia,
de ingenuo bienestar.

SEÑALES
Desaparecieron al fin,
de manera inesperada,
fácil y sin traumas,
se multiplicaban,
altas como invasoras,
mecánicas,
de grises y tornillos.

La presencia tan solida ayer, hoy,
apenas mínima y hueca.

La silueta de límites difusos,
ya no puede ensuciar miradas,
no tiene permiso ni derecho,
perdió toda influencia.

Se puede no mirarlas, ahora
nacerá bella y hermosa
toda la luz.



DE MODOS Y MANERAS
en la población indígena
las tardes color ceniza.

Regresaban a las polvorientas ruinas de aquella extraña ciudad,
desde un mundo excesivo,
pobre y aburrido por los males congénitos,
a su cerrazón violenta, como servidumbre absurda
tragada por la marea de absurdos y naderías.



DE CÓMO FUE ENCONTRADO SU SEÑORÍA, TRES DÍAS DESPUÉS,
Y LO QUE ÉSTE COMENTÓ SOBRE EL PECADO CON OTROS ERRORES GRAVES…

Consideré por un pequeño instante
la posibilidad de aquellas horrorosas vomitonas,
y las basuras entres las que descansaba,
o así lo creí,
se esfumarían concediéndome un pequeño dominio de la situación,
ahora desquiciada.

Apenas dos horas antes,
la sangre fluía dentro de este tullido amasijo de vísceras,
con la ingenua alegría de los que no consideran necesario tomar decisiones.
Fue una pequeña auto sentencia desviar el caballo, regalo de su Majestad,
por sendas que otros días, con mucha lucidez,
calificara de angustiosas en extremo.

Fiebre por volver hasta aquellos peligrosos páramos
donde los errores y equívocos te toman de inmediato,
como si estuviesen incluidas en la química del aire.

Se puede así interpretar,
una ardiente mano aferrada al cuello,
un delirio, semi-asfixiado…

El peso de aquel cepo que tira de ti.



Quiero recordar en estos días impuros
un principio.
Reconfortarme en las viejas sonrisas,
llorar antiguas batallas.
            Por todo lo pasado
            -que tampoco es historia-
            Sentir, tan sólo, renovar
sensaciones que concurren anárquicas
en el fragor de  cualquier guerra,
en el olor del vencido.

Cuesta comprender
actitudes y palabras ya caducas,
personajes que surgían clandestinos,
tanto inexplicable dolor,
tanta absurda situación,
tanto ridículo,
aquel tiempo cansino.

El riego está en rememorar sin límite
aquellos años.

La facilidad con que tendemos a la ensoñación,
corroe el amor, la vida, la pasión,
transforma con frío e indiferente desdén
el terror lo que arrojó,
las risas en llanto.

En situaciones complejas,
El único ramo de flores del que podemos gozar,
es el manojo de caras y nombres que bombardean incesantes,
un presente sucio y mediocre.

Entonces, te aferras al único pedazo de papel, paciente.



SILENCIO,
HOMBRE Y SOL,
PAISAJES

Abiertas están las ventanas,
un aire azul y blanco entra por la terraza,
el sol atrapado crea eternidades,
entre dioses jamás termina de llegar.

Un parque, la inevitable iglesia,
un algo de optimismo entre olor a pescado y escabeche,
vermout seco y con sell.

Todo y nada.
Verdad y mentira.
Poesía y números.

Con pereza abro los ojos a un nuevo día de voces
que lejanas llaman desde viejos lugares en vertiginosos encuentros.

            Calle de portales, pasillos sin fin, puertas:
“por aquí, sígame, ahora le enseñamos la mercancía”…

            Otro pasillo y unas escaleras
            -escucho los pasos gelatinosos de unos zapatos que resultan ser los míos-
                                                           me llevan hasta la habitación.

Desde la banqueta de este bar,
un verano se escapa,
ciudad plena de nostalgias y siniestras soledades,
de olor rancio, cada cual
atento a sus propios deberes y divertimentos.

Desde la banqueta de este bar,
un verano se escapa,
como yo escapo de la habitación,
de mis pasos gelatinosos,
de los olores atrapados,
de los recuerdos que ahora cuento

para dejarlos en el olvido.